miércoles, 16 de marzo de 2011

Holy shit

Suele pasar que cuando una persona alcanza determinada edad, cerca de los 15 o los 16 años, empieza a decir muchas estupideces para quizás llamar la atención o hacer entender que es una persona rebelde o "mala". Está en nuestra naturaleza, no está mal. Así fuimos creados y así nos toca vivir. Lo digo por la propia experiencia de haberme considerado ateo y haber dicho todo lo que dije acerca de Dios. Hoy con 17 y casi 18 abajo del brazo ya me considero un poco más inteligente y maduro que en esos años en los que decía odiar a Dios, que no existía, que era un invento y demás. No, no me dejé lavar la cabeza por ningún medio o tipo que toca a mi puerta ni me convirtió un monje enemigo en medio de una guerra de Age of Empires. Simplemente hablando con algunos de mis amigos más cercanos terminé dándome cuenta de que la cosa no siempre es rebeldía adolescente, que uno tiene que dejar un poquito de lado esas coas cuando nos referimos a algo serio como la religión. Uno tiene que tener una creencia, algo a lo que aferrarse, porque en caso de quedarnos solos y sin amigos siendo nosotros mismos nuestros únicos compañeros... ¿a quién vamos a acudir? No, tampoco lo lean como si fuera un interés, de "Te voy a pedir qué...", "No me dejes solo porque...", no, no. No mailterpreten, pero si. A veces es inevitable hacer esto cuando se necesita una ayudita o cuando todo está patas para arriba, cuando ya casi ni se puede hacer nada esperamos un milagro en vez de ocuparnos antes de eso para prevenir ciertas cosas... ¿Y el propósito de esta entrada? No vengo a convertirlos ni a hacerlos retomar el camino que quizás perdieron, simplemente expresar algo que siento y me viene pasando desde hace un par de meses. La religión y política son dos temas que hacen desatar una batalla campal de opiniones violentas y ofensivas, pero bueno. Existe el botón "delete" en los comentarios. Tengan un buen día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario